viernes, 21 de noviembre de 2014

Volemos

Cuando te pienso el alma vuela y se anida en el corazón.

Cuando te extraño el corazón vuela y se anida en el pensamiento.

Cuando te digo que te adoro las mariposas vuelan y se anidan en mi estomago.

Cuando digo que eres todo para mi, el cielo y las estrellas colapsan y se vuelven en tu techo.

Cuando digo que quiero abrazarte, no miento, mis brazos automáticamente se extienden en señal de necesidad.

Cuando digo que necesito besarte, mis labios vuelan en automático hasta donde estás y cuando sientes esa brisa, quiero que sepas, soy yo., soy yo besándote.

Cuando digo que tengo miedo a perderte, mi mente se refugia en tu recuerdo y hace maravillas ahí dentro.


Cuando digo que quiero verte no me importa si es un minuto , una hora, un día, una semana, un mes, una vida.




miércoles, 4 de junio de 2014

Azul

Hoy me siento azul.

Azul cielo, azul sentimientos, azul mar,
Azul calma, azul esperanza, azul serenidad, azul reflexión,
Azul... El color de lo desconocido.
Azul de paz, azul de guerra sin violencia.
Azul que calma, azul que desespera.

Azul que dice con silencios lo que yo tengo que gritar.
Azul que abraza el cielo que yo quiero tocar.
Azul que rodea la luna que yo quiero pisar.

Azul que siente lo que quiero sentir, decir y hacer contigo.


Eres azul eternidad. Eso es lo que eres, somos y seremos.


miércoles, 14 de mayo de 2014

Tal vez, tú

Alguien que no haga tantas preguntas, que no sea adicto a la verdad absoluta. Alguien que me deje andar descalza por la casa, que me bese la frente y se pare a apagar la luz, para dormir abrazados o no. Para amarnos con el cuerpo o no.

Alguien que me lea y me desenrede. Que no me diga lo que quiero, sino lo que necesito escuchar. Pero eso sólo a veces, una vez al mes o cuando tenga ganas de amarlo sin remedio. Que no soporte verme llorar pero me bese cada lágrima con una paciencia atroz. Que se quede sin palabras al escucharme cantar, porque lo hago fatal o porque le parezco divina.

Alguien a quien necesitar bonito, sin sufrir por no estar, sin dejar de hacer por no sentirme acompañada. Alguien que admire a cada una de las que soy, que las consienta a todas, les traiga un libro, o un beso, o una canción. Que procure mis malos hábitos, que los haga suyos, que se ría de ellos y los enaltezca. Que me tome de la mano cuando estoy equivocada, que sienta el vértigo a mi lado; que si duda, no sea de mí.

Alguien que escriba para mí, que me cuide el sueño, o me lo quite, o lo haga realidad. Que no espere ir en línea recta, que se atreva a emprender aventuras inútiles, que se divierta a costa de los errores de los dos.

Alguien que buscando pretextos, encuentre motivos. Que me mire cuando no me doy cuenta, que me haga cosquillas despacito y no me invente nombres de cariño, que me llame como soy porque suena bonito. Que no quiera rescatarme. Que desnude mis instintos sin quitarme la ropa.

Alguien que me haga el amor mientras recostada en sus piernas, lloro el final de mi libro favorito. Que no aprenda a bailar pero lo intente porque sabe que me hará feliz, que comparta conmigo los simbolismos necesarios para no olvidarnos jamás. Que no me ate a él, pero me invite a hacer lo posible por permanecer a su lado.

Alguien que sea y esté. Que le sea suficiente el amor.


sábado, 15 de marzo de 2014

Me haces bien.

A tu lado dejo de ser miedo, dejo de ser culpa, dejo de ser error. Porque en tus ojos hay un par de olas que vienen y van, y cuando me miran, me calman. Porque en tu sonrisa vive un huracán que se pasea a mi alrededor y me hace cosquillas en el ayer. Porque en tus manos existe un concierto que hace música con mis más escondidas fibras.

Contigo dejo de ser dolor, dejo de ser duda, dejo de ser penumbra. Porque en tus pies hay un camino que cuando lo recorro me convierto en guerrera. Porque en tu espalda existe una almohada que me invita a soñar claramente. Porque cada uno de tus dedos tiene un interruptor nuevo que hace a mi cuerpo brillar.

Porque ¿de qué otra forma puedo decir que me haces bien? Como el café recién hecho por la mañana, me despiertas, a mí y a todas esas partes de mí que normalmente duermen. Y como el té helado sin azúcar por las tardes, me refrescas, reinventas mi día. Le haces bien a mis labios, como cada trozo de chocolate que parece armarme al derretirse en mi lengua, despacito, queriendo ser eterno.

Me haces bien como las noches de tormenta, como el sol en dosis adecuadas, como el silencio cuando duele la cabeza, como la música cuando el silencio mata. Me haces bien porque me miras, y así, me doy cuenta de que no soy invisible. Y es que tu mirada lleva algo especial, cuando tú me miras cuenta, cuando otros lo hacen, ofende. Así que ven y mírame un poquito. No me toques siquiera, recárgate sobre la pared y déjame sentarme como niña de tres años sobre la mesa, cruzaré las piernas, jugaré con mi cabello, desviaré la mirada. Mírame. Mírame un ratito, que después el resto es la resolución. Ahí, frente a tus ojos hay una historia. Desnudas mi alma entera, sabes lo que estoy pensando, sabes lo que quiero, no hace falta hablar. Y ese, es precisamente el silencio más delicioso de todos. Cuando las palabras sobran, los corazones se agitan y los ojos se encuentran.

Que no te sorprenda si derramo una lágrima o dos. Suelo llorar más de emoción que de dolor. Cuando la belleza me inunda, la dejo salir un poco por los ojos para no ahogarme.

Mírame, parado frente a mí, un ratito nada más, que me haces bien.


miércoles, 12 de marzo de 2014

Adios (=•.•=)

Te dije “no me hagas esto” y lo hiciste, y ahora que te has marchado. ¿Qué hago con los cristales rotos? Me acuerdo cuando tenía miedo a darte el si pero tus ojos me convencieron.
¿Y ahora?, ¿qué pasó? No lo sé. Aún no entiendo si no podías quererme porque te aferras a relaciones pasadas, o porque realmente no sabes controlar tus miedos o tardaste en creerme.  Prometiste no arañar mi alma con tu indiferencia pero mi corazón ahora está más rasguñado que nunca.
Y finalmente te vas ( te dejo ir), dándome la razón y siendo peor que las demás por considerarte tan bueno. Soñaba con un futuro feliz y poder olvidar dolores pasados, y sólo hizo falta que llegaras y enamoraras a mi ingenuidad amorosa con un simple beso, haciéndome confiar. Lo de siempre.
Hace poco tiempo en una carta que te escribí me alegraba por estar en tu vida deseando estar en ella por muchos años más, y ahora me echas veloz y cruelmente de ella, sin sentido ni razón.

Sabes a la vez quisiera encargarle a alguien nuestra historia. Que me la devuelva de vieja, a esa edad en la que ya sólo se vive de recuerdos.

Rayos, ¡Cómo cuesta pronunciar un adiós!.

Cómo cuesta abandonar una historia que al principio parecía ser la más prometedora de todas las historias.

¿Cómo escribirnos un fin?. Hay puentes que se rompen y dejan de unir ciudades. Al parecer eso nos pasó a ti y a mí.

A algunos nos cuesta dejar ir, dejar de hablar, dejar de contestar llamadas y mensajes, matar esa curiosidad de querer saber cómo está, si aún respira o si al final murió, si es feliz o si le va mal. Y es que no hay un protocolo para eso.


Lo que aún tengo claro y ahora lo pondré más que en practica es que de mi abuelo aprendí que dejar ir, no es otra cosa mas que soltar con amor